Hay momentos de nuestra vida en los que los aportes nutricionales que requiere nuestro cuerpo son un poco diferentes a los habituales en un individuo adulto sano y normal. Así son por ejemplo, el embarazo, momento en el que el cuerpo femenino se transforma y ha de abastecer y formar a otro, o la lactancia en el que igualmente está sometido a un trabajo extra. Igual ocurre en la menopausia, cuando los cambios hormonales condicionan todo el metabolismo de la mujer.
O los momento extremos de la vida, como la niñez , cuando nuestro cuerpo está en constante transformación y multiplicación, o la vejez, momento en que nuestros órganos comienzan a funcionar de otra manera. En todas estas situaciones nuestra alimentación debe estar adaptada a esas necesidades específicas.