Los cambios más representativos son:

• Síntomas vasomotores, los sofocos, esas oleadas de calor, enrojecimiento, sudoración, y frío que tanto molestan a las mujeres que los padecen. Consecuencia directa de la falta de estrógenos, en su aparición parece estar implicado el desequilibrio de neurotransmisores a nivel cerebral, así como una alteración del endotelio vascular que también va a originar alteraciones cardiovasculares.
• Trastornos del sueño, aparición de insomnio con dificultad para conciliar el sueño o despertares tempranos, que pueden verse agravados por los sofocos.
• Trastornos psicológicos con cambios de humor repentinos, o lo que es más grave, depresión, ansiedad, melancolía, pérdida de concentración y capacidad de atención, y pérdida de memoria.
• Pérdida del deseo sexual, en la mayoría de los casos un problema primario, pero en todos agravado por el miedo al sexo que se acaba desarrollando al ser las relaciones sexuales dolorosas a consecuencia de la atrofia vaginal.
• Atrofia vaginal, una de las consecuencias más graves junto a las alteraciones psicológicas. El epitelio vaginal se vuelve fino, seco y frágil, lo que, además de producir molestias por sí solo, hace que las relaciones sexuales sean dolorosas, pudiendo llegar incluso a ocasionar erosiones y sangrados. Esa atrofia también condiciona un empeoramiento de la flora vaginal que se vuelve escasa y poco eficaz frente a patógenos.
• Atrofia del epitelio de las vías urinarias, al igual que el epitelio vaginal, con aparición de infecciones genitourinarias de repetición así como incontinencia de orina. Todo este conjunto de síntomas a nivel urogenital es lo que se conoce como síndrome genitourinario de la menopausia (SGM).
• Cambios en la piel, que posee receptores hormonales y es un órgano diana de las hormonas sexuales. Al igual que la vagina, disminuye su nivel de colágeno, presenta atrofia, sequedad, y facilidad para erosionarse. El envejecimiento cutáneo se acelera.
• Cambios corporales, con pérdida de masa muscular y aumento de porcentaje de masa grasa, con tendencia a acumularse en la cintura, lo que es un factor de riesgo independiente para enfermedad metabólica, además de un problema estético.
• Osteoporosis, que a partir ese momento aparece o se incrementa, con el riesgo que conlleva de fracturas.
• Enfermedad cardiovascular, especialmente de enfermedad coronaria y riesgo de infarto. La peculiaridad añadida en el caso de la mujer es que los eventos coronarios suelen dar pocos síntomas, lo que la predispone a una mayor mortalidad. De hecho, estadísticamente durante esta fase la mujer muere más de enfermedad cardiovascular que de cáncer de mama.